En terreno: La Fuente Chilena

Tal como amenazamos en otro post, nos apersonamos en este local nuevo cuya fama va creciendo de a poco. Porque llegar al Omnium requiere una razón más o menos poderosa. Una pequeña fama, el presentimiento de un buen dato. El entusiasmo del Sr SG.

¿Qué encontramos? Primero que nada, un boliche en serio. No es una falsa fuente de soda, no es una escenografía que necesite inventarse una onda. Es literalmente una fuente de soda chilena. Con guiños que ya veremos, pero aqui no llegó el virus del Liguria o el Emporio La Rosa. En serio las mesas, las servilletas, en serio los vales de almuerzo, los mozos, en serio la barra.

Segundo: buenos precios. Nada de confusiones, porque el mercado del sánguche es muy competitivo y si alguien quiere empinarse sobre los $3000, tiene que pensárselo mucho. El público -un par de cadetes, dos viejitos, cuatro amigas, estudiantes, tres emprendedores con zapatillas, turistas que bajaban de la nieve- atestigua que no se trata de un enclave de nadie. Eso lo asegura el precio razonable de una cuenta que incluyó cerveza, café, y casi casi un postre.

Tercero: una gran carta. Dejando de lado las empanadas, crudos y sopas, el elenco de sánguches es directamente grande. Cuesta decidirse entre los productos cárnicos ofertados, siendo ellos la vienesa, la gorda, el lomito, el arrollado huaso, la lengua, el churrasco, la mechada y la fricandela (no hamburguesa) de la casa, a base de carne de wagyu. Esta última es la recomendación que dan los meseros cuando la indecisión ya se confunde con crujido de tripas. Viene todo en variedades completo, italiano, chacarero, luco y especial.

Cuarto: Ingredientes. Buen pan. Buena mayonesa (brillosa, blancuchenta, untuosa y, muy importante, NO HELADA). Buen tomate. Mostaza chilena a la mesa.

Quinto: hay algunos detalles actuales que nos recuerdan que la discoteque GENTE ya no va y que estamos en el siglo 21. Por ejemplo, el aceite de oliva y el aceto balsámico. La mostaza dijon. Una salsa de ají amerkenada. La cocción en hierbas. El jazz ambiental. La timidez de la sal en los sánguches, o del vinagre en el chucrut. Posiblemente se deba todo esto a la higiene también, una plancha limpia, una mesada impecable en la cocina.

Probé una frica-chacarera y, como la curiosidad y una semana escasa en pan me tenian tenso, cerré con un lengua-especial (sólo mayo), donde prácticamente no se reconocía la textura fibrosa, rugosa de la lengua bovina. De agradecer, pero probablemente no habría sabido si se tratara de un error afortunado y me hubiesen puesto delante uno de mechada, como bien apuntó SG . Ambos sanguruchos aprobados con gusto, demostrando que no hubo desperdicio. Por su parte, don SG pidió un sánguche de lengua y de bis, una fricandela-luco. El comentario fue que quizás sería bueno agregar más enjundia, restar un poco de limpieza (riesgo incluido) para ver si se puede llegar a competir con la primera línea de locales. Pero de momento, hemos ganado un lugar en el circuito sanguchero capitalino al cual volver.

Ficha

20/08/08
La Fuente Chilena, con SuperGuay
Dos sánguches, dos cervezas y un café expreso