Providencia alguna vez fue un barrio exclusivo, dotado del comercio y la oferta de ocio que necesitan los peatones de una gran ciudad. De eso queda una versión con mutaciones, porque el distrito del lujo tiende a huir hacia las colinas y la ciudad se va volviendo grande en lugares donde quizás no tenía que crecer.
Pero ahí está el boulevard Drugstore, con sus cambios, cumpliendo con su destino de lugar para la curiosidad, el consumo y la pausa. Si el Tavelli hizo del patio interior un lugar para ver y ser visto, hoy el Emporio La Rosa amplía ese uso hacia la calle Providencia. El sitio que comentamos está hacia el otro extremo del Drugstore, y este gesto de ubicarse al lado de lo que fue la disquería Fusión puede entenderse como una declaración: para llegar a La Resistencia hay que buscar el lado menos bullicioso y altisonante de este lugar.

Nos traen un individual de papel con el texto Vivir contra sobrevivir: estamos hablando del placer más bien accesible de un pan, un par de huevos o un café. Una comida de todos los días, pero nunca de cualquier comida. Lo peor, tal vez, de la gastronomía entendida como un lujo es que no nos va a acompañar en los días del mes en que ya no abunda la plata, o en los años en que la prosperidad se eche de menos. Las crisis no pueden llevarse todo, habrá que pelear el derecho a comer algo que proporcione alegrías además de reponer las pérdidas. Ese realismo pesimista, que hace del placer una conquista en vez de un elemento suntuario, se plasma en una carta breve, especializada, en todo caso diversa y muy sabrosa.

Elegimos un churrasco de paleta, sutilmente ahumado por los propios cocineros, cortado en varias lonjas delgadas y aderezado por una emulsión o mayonesa de leche, unos tomates grillados (se siente un sabor a romero, pese a que no vimos ramitas de esas), queso fundido como el de la casa y una ensaladita de brotes amarguitos, ideal para contrastar con el chimichurri que trajeron en un potecito. El pan italiano, de tamaño maniobrable, cruje por todas partes dando cuenta del cuidado que se le dispensa en la preparación.
Como acompañamiento, unas papas que no sería justo llamar fritas, porque están cortadas y presentadas casi como papitas doradas. Podrían formar parte de una tortilla española o quizás ser una guarnición parrillera. Pedimos una limonada para acompañar y un pastel de zanahoria como postre. La Resistencia tiene de todo para un buen almuerzo, pero en un desayuno (o a la once) sería obvio partir por las opciones de huevos. También hay hamburguesas y ensaladas. Cinco o seis opciones de cada cosa, suficiente para volver por más sin distraerse en listados desmesurados.
Una gran oportunidad para volver a pasear por Providencia en invierno o verano, recién pagados o no.