Febrero, mes de viajes. Nuestro amigo Pablo nos escribe desde el territorio austral de Chile en que la naturaleza ahoga a la civilización. En ese límite emerge un bus refaccionado como sanguchería, que nuestro corresponsal nos describe en primera persona.
La tradición sanguchera en la Patagonia tiene historia, desde la comida que llevan los arrieros desde muchos atrás, que corresponde a principalmente tortillas con carne ahumada o salada, hasta los innovadores sánguches de cordero al palo que pudimos ver en la feria sanguchera. La Cocina de la Sole es un hito dentro de ese mismo recorrido y como tal merece una reseña.
Después de bajar desde la montaña caminando por 10 horas con una mochila de 20 kilos a espaldas y un clima no muy favorable, las motivaciones para llegar a la civilización son muchas. Principalmente la supervivencia y, como no, un plato de comida caliente. Aquí es cuando llegamos a «La Cocina de Sole» el llamado carro de sánguches más austral de Chile y, hasta donde sabemos, único en la carretera austral. Un par de buses acondicionados como comedor, incluyendo acogedores mesones de madera y hasta una pequeña estufa dentro de ellas.
Hay que condicionar el menú a las verduras disponibles. Es entendible que tan lejos de los mercados encontrar palta, por ejemplo, sea casi un milagro. En nuestro casó sólo disponíamos de tomate, lechuga y algunos enlatados como champiñones, por ejemplo. Las opciones de verduras disponibles logran crear un menú bastante internacional de sánguches, combinando pepinillos, cebollas y hasta palmitos en cada uno de ellos. Entendiendo esto, optamos por una hamburguesa a lo pobre. Las calorías en estos parajes son, por decir lo menos, primordiales.
Detalle importante a destacar es lo casi hogareño del local. En el caso de las bebidas y otros efectos funciona como auto servicio, no así el pedido de la comida. Existe variedad de bebestibles, van desde la gaseosas en lata, jugos embotellados y jugos naturales que sirven con una sombrilla, tropicalismo que no deja de ser extraño cuando afuera corren vientos de 70 km por hora y un nublado paisaje que da al majestuoso Cerro Castillo nevado. Cervezas o vino no están disponibles aún. Además, en el caso de la hamburguesa que escogimos existe la posibilidad de elegir la carne con la cual están hechas, todo casero, todo contundente.
Pan amasado para el sánguche lo cual nos imposibilitó escoger un completo como era la idea en un comienzo. Una gran hamburguesa que cubre el pan de lado a lado, con abundante cebolla y sobre ellas, dos huevos fritos nos esperan. Ya satisfechos de tamaño festín, nos retiramos con la alegría de la labor realizada, sensaciones parecidas al lograr subir el Cerro Castillo por primera vez.
Datos importantes para el visitante: entendiendo que queda a la orilla de la carretera, es mejor evitar pasar al horario de almuerzo, ya que es muy probable que el pequeño local este «tomado» por alguna van de turistas que ya usan como habitual para detenerse a almorzar entre tramo y tramo. Lo mismo merma la posibilidad de encontrar disponibles verduras, luego del horario de almuerzo. Además tampoco espere tomates o lechugas como recién sacadas de la mata. Las verduras en este austral lugar, como decíamos en un comienzo, son muy escasas, caras y en muchos casos de no la mejor calidad. Desde aquí le recomendamos comidas calientes y calóricas como el suscrito prefirió.
Lugares como estos nos invitan a explotar mucho más está veta del sánguche chileno, que, como mucho de sus parajes, aún se encuentra poco explorada.