Me encantaría tener datos financieros: cuánto le cuesta a un productor entrar a Chanchos Deslenguados, cuánto puede vender en un día de feria, cuántas ventas posteriores a la feria puedes tener, etc. No tengo datos como esos, pero podemos hacer algunas conjeturas:
5. El precio de arriendo en la escena debe ser barato: este requisito alude a vivir en el barrio o la zona que sirve de marco a La Escena. Pero esta escena se distribuye, en materia de producción, por Marga Marga, Choapa, San Antonio y Casablanca, Lolol, secano maulino, secano de Itata, Biobío, Osorno y quizás qué otros puntos del mapa. No son zonas que aparezcan seguido en las reseñas de enoturismo. Por experiencia podemos contar que la oferta de alojamiento para ir a estas zonas es básica, pero es pagable y vale la pena. ¿La feria ofrece un lugar accesible? Al parecer la organización logra convencer a varios y varias de insistir. El precio que paga el público estuvo en $8 lucas por copa en varias ocasiones, hasta que subió a $9 mil. Pero tampoco empiezan con «son 3 degustaciones por persona», lo que permite que de una copa salgan muchas pruebas, y eventualmente, varias compras. Lo que nos lleva al siguiente punto.
6. Hay que pagarle equitativamente a quienes producen: a veces pienso que el espíritu emprendedor de Chanchos Deslenguados tiene demasiada competencia en el espíritu festivo que lo fundó. Porque al final es una feria: un lugar de acceso fácil para caseros que venden y caseros que compran. Pero además de ser encuentros chispeantes y donde se conoce directamente a gente que habla o escribe de vino (o que le saca fotos a todo lo que toma), no parece haber acá una productora de eventos que quiera hacer una feria a control remoto. ¿Pago equitativo? De seguro no hay un pulpo explotador, al menos. Quizás es algo que podríamos indagar, pero comprar botellas directo del viñatero permite calcular cuánto cargan las tiendas de vino. Eso sí.