Corren días de política en el país. Y la política pone a la gente en la encrucijada de decir lo que quiere. Desafía a elegir entre opciones que aunque jamás resuman lo más importante de la vida, exigen algún examen. Un silencio, como el mínimo instante en que miramos la carta. ¿Qué vamos a pedir? ¿Hay algo que valga la pena? ¿Algo que justifique lo que vamos a gastar?
Entonces, a título de reflexión sanguchero-política, me dan ganas de decir que los buenos lugares sangucheros están más bien orgullosos que avergonzados de su historia. Que en vez de inventarse una identidad (palabra engañosa si las hay) la han respetado a medida que la logran.
La coherencia es un atributo sutil, pero valioso. Está en un Chacarero como está en ciertos testimonios. Y no está en los emporios ni en los planes de márketin que tratan de mostrar falsos pasados y falsos futuros.
Sánguches 
De acuerdo con varias cosas y comparto el sentir de que es raro que Flores apoye a Piñera ¿pero qué pasa si Flores -o cualquier otra persona- decide cambiar de opinión y por eso se cambia de bando? ¿Cómo -si no es de esta forma- cualquier persona pública puede cambiar de opinión sin que lo tilden de incoherente?
JP: el problema no es que te deje de gustar el chacarero, por pornerte un nombre. el tema es que la gente que votó por ti lo hizo porque te gustaba el chacarero, o eso decías pa sacar los votos, o al menos sugerías que le hacías al poroto verde.
Es que cambiar un sandwich -por muy cuma o con el churrasco medio tieso, etc.- por un alfajor fifí simplemente no se puede.
Y el dulce no alimenta y te pica los dientes.
Bueh, ya hablamos de esto en otro lado.