El viernes 23 de octubre, es decir hace un siglo-internet, un reputado crítico gastronómico planteó sus reparos a la Fuente Alemana, su nombre, sus comensales («chilenitos», «las masas»), el tamaño de los sánguches (que, simultáneamente, son criticados por imposibles de abordar con las manos y por comerse con cuchillo y tenedor), la cantidad de mayo, de palta y a casi todo lo que se puede considerar la identidad del local. Por supuesto, cada cual con sus gustos. Esto no es religioso, no hay ofensa. Lo curioso, para nosotros, es que se considere novedad el rumano y sobre todo que el canon del crítico resulte tan vacilante y mal escrito. Pero subrayamos su definición de fuente de soda como lugar de sánguches, porque eso nos alumbra el camino hasta una novedad de nuestro barrio.
No es una fuente de soda, justamente. Su letrero dice que es una sanguchería, que es distinto y novedoso. Se llama Pan y Oliva. ¿Cuál es la diferencia? La sanguchería, aunque parezca obvio, tiene una oferta más especializada y es notoriamente más pequeña que una fuente de soda. Además, hace del retiro para llevar un recurso a su favor y no una alternativa mezquina ante la escasez de asientos. Si una fuente de soda es un formato de restorán, la sanguchería tiene más características en común con los pollos a las brasas, los locales de comida china para llevar, incluso con las barras de sushi que se encienden junto con el retorno de la gente a sus casas, cuando ya no hay ganas de cocinar.

El emplazamiento de Pan y Oliva es parte de su encanto. Está al lado de Montreal Bagels y de La Lechería, una quesería excepcional. Si el Local Uno dejó un espacio vacío en la misma hilera de comercios, esta sanguchería aparece a tiempo para renovar la confianza en esta improbable agrupación de buena comida.
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Corren tiempos de precios altos y expectativas bajas. Parece, por lo mismo un acierto ofrecer sánguches en marraqueta a un precio justo, recordando que esta comida se hizo popular por alcanzable, por fiel en la bonanza y la necesidad. Pan y Oliva entiende por marraqueta el sánguche doble, de modo que una alcanza para dos y permite probar las combinaciones: fricandela, churrasco, mechada deshilachada, ensalada chilena, chacarero, queso, huevo. Está el catálogo básico del gusto chileno, pero con un sabor original por la vía de la combinación, la sazón y algunas innovaciones con buen sentido. Nuestra fricandela chacarera nos anunció que los sabores de verano ya se asoman y nos entusiasmó con una marraqueta perfecta -es decir: miga blanda empapada de jugos, una cáscara firme que cuida el contenido en el tiempo que va desde el pedido hasta la mesa.
Muy buena noticia para un radio pequeño, pero seguramente haya más de estas mismas buenas noticias emergiendo por todas partes de nuestros barrios.
Diagonal Oriente 1913, Ñuñoa
Excelente noticia !! ,pronto estaremos por allá y esperamos disfrutar de estos sanguches .